¿Cómo reducir el impuesto al envase de plástico no reutilizable?
En Heura Gestió Ambiental venimos trabajando más de veinte años en la aplicación de normativas de carácter medioambiental pero con una perspectiva que trasciende el mero cumplimiento legal, pretendiendo que las empresas con las que colaboramos implementen estrategias a largo plazo, no solo porque han de hacerlo sino porque consideran imprescindible que así sea, alineándose con sus estrategias empresariales y sus objetivos de crecimiento. Sin embargo, es comprensible que no todas las empresas muestren una anticipación proactiva en la incorporación administrativa de estos cambios normativos. Sobre todo, en momentos de incertidumbre y falta de claridad, como ocurre con el consabido impuesto “al plástico” (un modo de abreviar su denominación que aporta aún más preocupación y malestar a sectores y actores en general) y que nosotros con este artículo nos empeñamos en resaltar en su denominación original: impuesto al ENVASE DE PLÁSTICO NO REUTILIZABLE.
Para nuestra consultora especialista en medioambiente insistir en este punto de la denominación es clave porque nos da ciertas pistas de por dónde podemos influir en procurar una reducción, si no inmediata, sí consolidada en el tiempo, del impuesto al envase plástico no reutilizable para aquellas empresas que lo tienen que asumir, pagar y repercutir a sus clientes, entendiendo que estos a su vez lo aplicarán por extensión a sus productos y a sus precios al cliente y/o consumidor final.
Nuestros casos de éxito con clientes actuales y proyectos en marcha se centran fundamentalmente en la correcta implementación de la figura de la responsabilidad ampliada del productor, bien sea el caso a nivel individual dentro de los flujos que tiene una única empresa, o a nivel colectivo, cuando el sistema se nutre de empresas-socio cuyos objetivos comunes son alcanzados a través de dicho sistema colectivo porque su actividad permite el cumplimiento, gestión y logro de los objetivos normativos y legales, incluida la prevención, reutilización, reciclaje y/o valorización de los envases que generan en el entorno.
También existen casos basados en estrategias diferentes, como son las alianzas entre empresas, el abastecimiento de materias primas recicladas y reciclables, la adecuada implementación de políticas de reducción de residuos y la optimización del ecodiseño, entre otros. Es indudable que el menor uso del plástico, que conllevaría menor cantidad de toneladas por las que pagar el impuesto, está entre las supuestas alternativas, pero no es la única forma y es lo que queremos aportar en este momento de mensajes negativos y preocupantes.
Es cierto que la finalidad de un impuesto disuasor en el uso de plásticos con objetivos medioambientales (pretende la reducción del impacto en el entorno), presumiblemente resultará en que cada vez sea menor la cuantía a recaudar (es decir, no tiene una finalidad recaudatoria per se). Sin embargo, hoy en día, son muchas las empresas que se ven en un momento de desinformación y algunos incluso mencionan que estiman que la cuantía del impuesto por tonelada se verá superada por los costes de gestión administrativa del propio impuesto.
En Heura proponemos un enfoque experto y más optimista, conocedores de fórmulas que comienzan con un estudio de viabilidad de estrategias de sostenibilidad que permitan a las empresas entre otros objetivos, reducir su impuesto, conocer sus posibilidades y sacar una ventaja competitiva. Este ejercicio de creatividad empresarial y medioambiental permite cambiar el foco del negocio, el producto y el mercado, que con este impuesto es insuficiente, y derivar nuestra atención a los flujos de materiales, atendiendo especialmente a la gestión de materiales auxiliares (envases primarios, secundarios o terciarios) o de residuos generados en el mercado, sobre todo si cumplen la condición de ser de un solo uso, por ser a este tipo de envases a los que persigue el impuesto.