Detener la explosión del volumen y los costes del tratamiento de residuos se ha vuelto fundamental. Ante este fenómeno, la Unión Europea implementó en 2008 el principio de responsabilidad ampliada del productor (RAP).
Su concepto es simple: responsabilizar a los productores de gestionar el final de la vida útil de determinados productos que comercializan. El objetivo de la responsabilidad ampliada del productor no es solo confiar a los productores la recogida y el tratamiento de residuos. También se trata de reducir la cantidad de residuos producidos en origen, reduciendo su huella de carbono y/o favoreciendo su reparación y reutilización.
Sistemas Colectivos de responsabilidad Ampliada del Productor: De una obligación individual a una práctica colectiva.
Originalmente, el principio RAP se basaba en la lógica individual. El propio productor tiene que hacerse cargo del final de la vida útil de los productos que había puesto en el mercado, con referencia al principio de “quien contamina paga”.
Pero esta lógica individual se ha topado con una dificultad concreta: la recogida, el transporte y el tratamiento por parte de los productores de los residuos postconsumo son en la práctica muy difíciles de llevar a cabo. Por tanto, los productores se han organizado colectivamente para poner en común los puntos de recogida, los centros de transporte y de tratamiento.
En la mayoría de los países europeos, se han creado sistemas colectivos para cumplir con las obligaciones de los productores. Estas organizaciones son únicas en el sentido de que son organizaciones privadas sin fines de lucro gobernadas exclusivamente por productores.
Esta gestión colectiva de residuos está reconocida por la Comisión Europea: en la normativa de la Unión; los productores tienen, y tendrán para más flujos de residuos, la obligación de establecer un sistema de gestión de residuos individual o de unirse a un sistema colectivo. En España, en lo que respecta a los residuos domésticos, la mayoría de los productores han optado por unirse a una organización a la que pagan una contribución, calculada en función de la cantidad puesta en el mercado de productos en unos casos y de envases en otros, que se convertirán en residuos tras su uso. Esto varía según el tipo producto, ya que refleja los costos de recolección y tratamiento y la recuperación esperada de los materiales que contiene.
Cuando se trata de residuos industriales y aunque ya existen algunos sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor, queda mucho por hacer.
La lógica colectiva es interesante desde un punto de vista operativo al permitir importantes economías de escala. Los residuos se masifican, lo que permite una mejor recuperación y mayores recursos de inversión para el desarrollo de nuevas tecnologías.
Por lo tanto, si los productores son responsables y están legalmente obligados a retirar y reciclar productos, intentarán minimizar los verdaderos costos de las consecuencias ambientales de sus productos.
Del sistema colectivo a la responsabilidad individual
Si bien las actividades operativas de recogida, transporte y tratamiento se facilitan y son menos costosas cuando se agrupan, la actividad de diseño, por otro lado, concierne al know-how específico de la empresa, incluso a secretos industriales, y es por tanto un proceso individual.
Así, por ejemplo, integrar el plástico reciclado en su producto o hacerlo más fácilmente reciclable o reparable es la estrategia y responsabilidad específica de cada productor.
Por lo tanto, fomentar la responsabilidad individual por el diseño sostenible de productos es un desafío para los sistemas de gestión de residuos compartidos. En esta perspectiva, la Responsabilidad Ampliada del Productor ahora busca combinar sistemas colectivos e incentivos individuales.
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