Está surgiendo un nuevo modelo social orientado hacia la sostenibilidad y está tocando todos los rincones del mundo. Hasta ahora, las acciones para impulsar el desarrollo de la economía circular se han centrado en la producción, logrando que las industrias introduzcan modelos de negocio circulares. Hoy en día se dan mejores condiciones para que nosotros, los consumidores, tomemos decisiones de compra sostenibles en nuestra vida diaria.
Los consumidores somos cada vez más conscientes de nuestro impacto sobre el medio ambiente y estamos ejerciendo nuestro poder a través de los productos que compramos. Y es que cada vez hay más pruebas que respaldan que, en muchas partes del mundo, la sostenibilidad se ha convertido en una cuestión de vida o muerte.
La información y la educación son factores esenciales para guiar a todos los consumidores hacia patrones de comportamiento circular.
La información y la educación al consumidor clave en el camino hacia la economía circular
Durante las últimas tres décadas, una serie de iniciativas públicas y privadas han comenzado a comunicar información relacionada con la sostenibilidad de los productos a los consumidores, introduciendo etiquetas y distintivos en las tiendas y en los envases.
Entre los más destacados se encuentra la ecoetiqueta que sirve para reconocer la información sobre los aspectos ambientales de un producto: electrodomésticos, ropa, productos de limpieza, aparatos eléctricos… Las etiquetas son muy variadas pero todas están relacionadas con el ‘ciclo vital’ del producto. Es decir, miden los efectos que provoca un producto en el medio ambiente desde la extracción de las materias primas, a la fabricación, distribución, uso y desecho.
El objetivo de estas etiquetas es aumentar la transparencia a lo largo de la cadena e informar al consumidor de una manera que pueda promover el consumo sostenible. Se trata de que la elección informada del consumidor, al igual que en el caso del etiquetado nutricional de los alimentos, permita a las personas consumir de manera más sostenible.
Estas etiquetas ecológicas se refieren a aspectos básicos como el ser respetuosos con el entorno, saludables y estrictos con el cumplimiento de estándares de calidad. Pero todos estos términos son, con demasiada frecuencia, vagos y ambiguos. Si a esto se le une la cantidad de etiquetas que podemos encontrar en el mercado, el consumidor se encuentra perdido. Y esto es porque las etiquetas “oficiales” (Etiqueta de agricultura ecológica, Etiqueta de madera sostenible, Etiquetas de cosmética natural, Etiqueta de pescado sostenible, Etiqueta energética…) se entremezclan en el mercado con las autodeclaraciones ambientales y los sellos de calidad que las empresas manifiestan en sus productos.
Es aquí donde entra en juego el papel de la educación. Los gobiernos y las empresas privadas deben educar a los consumidores sobre los principios de la economía circular e informar sobre qué productos pueden reutilizarse, reciclarse o actualizarse y que esto sea fácilmente identificable a través de un etiquetado estándar. Esto ayudaría a los consumidores a tomar decisiones fáciles cuando van a adquirir el producto pero también cuando terminen de usarlo con el fin de garantizar que los materiales recuperables no terminen en los vertederos.
La sostenibilidad se ha convertido en una buena oportunidad para que las empresas conecten con los consumidores que están preocupados con el cambio. En Heura podemos apoyar a las empresas a estar a la altura de las expectativas de estos nuevos consumidores, ayudando a desarrollar procesos para implantar una verdadera economía circular en el desarrollo de procesos de fabricación; y que así puedan alcanzar resultados de mejora en la sostenibilidad de los mismos y comunicarlo de manera eficaz a sus consumidores.