La Unión Europea estableció en sus prioridades abordar la problemática que generan los residuos del sector textil. La nueva directiva de residuos establece que, como fecha límite, a partir del 1 de enero de 2025 debe implementarse una recogida separada.
La moda es una industria vibrante que emplea a cientos de millones, genera importantes ingresos y afecta a casi todos, en todas partes. Desde el siglo XX, la ropa se ha considerado cada vez más como desechable, y la industria se ha vuelto altamente globalizada, con prendas a menudo diseñadas en un país, fabricadas en otro y vendidas en todo el mundo a un ritmo cada vez mayor.
Esta tendencia se ha acentuado aún más en los últimos 15 años por el aumento de la demanda de una clase media en crecimiento en todo el mundo con un mayor ingreso disponible, y la aparición del fenómeno de «moda rápida», lo que lleva a una duplicación de la producción durante el mismo período.
Ha llegado el momento de la transición a un sistema textil que ofrezca mejores resultados económicos, sociales y ambientales. En tal modelo, la ropa, la tela y las fibras deben entrar de nuevo en la economía después de su uso para no terminar como residuos.
La ropa proporciona comodidad y protección, y para muchos representan una expresión importante de individualidad. La industria textil también es un sector importante en el mundo de la economía, proporcionando empleo a cientos de millones en todo el mundo.
A pesar de estos beneficios, la forma en que diseñamos, producimos y usamos ropa tiene inconvenientes cada vez más claros. El sistema de ropa actual es extremadamente derrochador y contaminante. El sistema textil opera de forma casi completamente lineal: se extraen grandes cantidades de recursos no renovables para producir ropa que a menudo se usa solo por un corto período, después del cual los materiales son en gran medida perdidos en vertedero o incinerados.
El resultado: se pierde cada año mucho dinero debido a la subutilización de la ropa y falta de reciclaje. Además, este modelo de toma de decisiones tiene numerosos impactos ambientales y sociales negativos. Las estadísticas hablan de que entre el 80-90% de la ropa que desechamos acaba en los vertederos.
La industria textil depende principalmente de recursos no renovables incluidos el petróleo para producir fibras sintéticas, fertilizantes para crecer algodón y productos químicos para producir, colorantes y acabado de fibras y textiles (incluido el cultivo de algodón) también utiliza millones de metros cúbicos de agua anualmente contribuyendo a problemas escasez de agua en algunas regiones.
La inmensa huella de la industria se extiende más allá del uso de materias primas. Emisiones de gases de efecto invernadero de los textiles durante la producción, contaminación industrial del agua atribuible a la tintura y tratamiento de textiles, toneladas de microfibras de plástico desprendidas durante el lavado de textiles a base de plástico como poliéster, nylon, o el acrílico termina en el océano…
Una nueva economía textil basada sobre principios de economía circular conduciría a mejores resultados. Para ello habría que realizar esfuerzos de colaboración en toda la cadena de valor, involucrando a actores del sector público y privado para transformar verdaderamente la forma en que la ropa se está diseñando, produciendo, vendiendo, usando, recolectando, y reprocesando.
Algunos ejemplos de medidas encaminadas a economía circular en el sector textil:
- Alinear los esfuerzos de la industria y coordinar innovación para crear ciclos de materiales seguros.
- Diseñar y producir ropa de mayor calidad y acceso a través de nuevos modelos de negocio ayudaría cambiar la percepción de la ropa de ser un artículo desechable para ser un producto duradero.
- Mejorar radicalmente el reciclaje mediante la alineación de los procesos de diseño y reciclaje de la ropa, buscando la innovación tecnológica para mejorar la calidad del reciclaje…
Otra forma de buscar soluciones y control de la generación de residuos textiles es a través de la responsabilidad ampliada del productor. Francia es el único país de Europa que cuenta con un sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). El sistema francés se llama Eco TLC y se creó en 2007. Desde su implantación, Francia ha duplicado la proporción de textiles usados recogidos para su reutilización y reciclaje: del 18% en 2009 al 36% en 2017, lo que supone también evitar que hayan llegado a los vertederos.
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